El 20 de noviembre celebramos el Día Universal de la Infancia o Día Universal del Niño (y de la niña, ¡por supuesto!), un día dedicado a todos los niños y niñas del mundo. Este mismo día del año 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, y en 1989 la Convención sobre los Derechos del Niño. En ellas se establecen una serie de derechos de los niños, incluidos los relativos a la vida, a la salud, a la educación y a jugar, así como el derecho a la vida familiar, a estar protegidos de la violencia, a no ser discriminados y a que se escuchen sus opiniones.
Sí, sí, entre ellos se encuentra el derecho a jugar. El artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 así lo recoge. Jugar es un derecho, fundamentalmente, porque la vida de los niños no se puede concebir sin juego. Jugar es la actividad principal de la infancia y responde a la necesidad humana de mirar, tocar, curiosear, experimentar, inventar, imaginar, comunicar, crear, soñar… posibilitando un crecimiento sano y armonioso del cuerpo, la inteligencia, la afectividad, la creatividad y la sociabilidad.
Pero, ¿para qué sirve el Día Universal de la Infancia? Pues su objetivo es recordar a la ciudadanía que los niños y niñas son uno de los colectivos más vulnerables, y que tienen derecho a la salud, la educación, la protección y el juego, independientemente del lugar del mundo en el que les haya tocado nacer.
¿Y qué se puede hacer en este día? Es un buen día para que todo el mundo conozca los derechos de la infancia, especialmente el derecho al juego. ¿Nos ayudas? Súmate a nuestra causa dándola a conocer. Y además… ¿por qué no te tomas un tiempo para jugar con tus hijos, nietos, sobrinos,…?, o ¿por qué no le propones algo divertido a tu pareja o organizas una partida con tus amigos? Además, para los adultos, jugar es un indicador de salud física y mental, y estimula la capacidad de disfrutar de la vida y el momento. Así que… ¡a jugar!