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JUGAR ES UN DERECHO

Sí, sí, de verdad: jugar es un derecho. Tenemos asumido que los derechos de la infancia son cosas como derecho a un hogar, la alimentación, a la educación… ¿Pero cómo es que también tienen derecho a jugar? ¡¿Tan importante es?! Pues resulta que sí: el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989  así lo recoge.

Jugar es un derecho, fundamentalmente, porque la vida de los niños no se puede concebir sin juego. Jugar es la actividad principal de la infancia y responde a la necesidad humana de mirar, tocar, curiosear, experimentar, inventar, imaginar, comunicar, crear, soñar… Es un impulso primario que nos empuja desde pequeños a explorar y amar el mundo que nos rodea, posibilitando un crecimiento sano y armonioso del cuerpo, la inteligencia, la afectividad, la creatividad y la sociabilidad. Si necesitas más argumentos, aquí tenemos un puñado.

Así pues, jugar es un derecho para los niños, pero … ¿y qué pasa con los que ya hemos crecido? Para los adultos, jugar es un indicador de salud física y mental, y estimula la capacidad de disfrutar de la vida y el momento: poner nuestro cerebro a jugar es abrir la mente a la creatividad, abrir el corazón al misterio y la belleza.

¿Te apuntas a jugar con nosotros?